Con susto comenzaban las clases escolares en San Antonio el 18 de marzo de 1985. Habían pasado dos semanas desde el brutal terremoto que dejó a la ciudad en el suelo.
Se luchaba por recuperar algo de normalidad.
Los apoderados estimaban que el inicio de clases era precitado pues seguía temblando fuerte y San Antonio parecía una ciudad bombardeada.
Gran cantidad de alumnos llegó a los establecimientos educacionales, sobre todo en el Grupo Escolar de Barrancas, donde se había centralizado la recepción y distribución de las ayudas a los damnificados.
En San Antonio los daños a establecimientos educacionales alcanzaban los 81 millones de pesos. Las clases comenzaron en todas las escuelas que estaban aptas para recibir alumnos. En tanto los recintos deteriorados por el terremoto o acondicionados como albergues para damnificados funcionarían desde el 8 de abril.

Uno de los planteles más afectados fue el de la Escuela 1 que tuvo que abandonar su edificio (en fotografía), fuertemente dañado por el sismo. Se trasladó en forma provisoria a salas prestadas en la Escuela de Bellavista.
Las complicadas condiciones de los niños que atravesaban grandes distancias para llegar a ese sector motivaron a que en julio se instalaran en improvisadas salas de emergencia en sectores de Cerro Alegre con clases incluso en carpas, capillas y hasta mediaguas.