Hubo conmoción mundial. El 13 de noviembre de 1933 mucha gente miró al cielo y creyó que había llegado el Juicio Final. La primera lluvia de estrellas registrada como tal ocurrió cuando Las Leónidas, restos del cometa Tempel-Tuttle, generaron hasta 200 mil meteoritos durante una sola noche.
Poco después de la puesta de Sol las estrellas fugaces iluminaron el cielo nocturno ante la incredulidad de los testigos, muchos lo interpretaron como la llegada del fin del mundo. La increíble lluvia de estrellas fugaces cubrió todo el cielo, cundiendo el pánico entre la población mundial.
Sin contaminación lumínica artificial – y si es que estuvo despejado- de seguro fue un espectáculo único, sombroso y hasta terrorífico para los sanantoninos de esa época.
En Boston, EE.UU., observadores dijeron que “su número era como la mitad de los copos de nieve que se ven durante una nevada”.
Causadas por el cometa Tempel-Tuttle, Las Leónidas son una lluvia de meteoritos que ocurre cada año, a fines noviembre, cuando la órbita de La Tierra pasa por el campo de restos del cuerpo celeste. El evento astronómico alcanza especial intensidad cada 33 años, cuando el cometa pasa cerca de La Tierra.
Para contemplar estos sucesos es fundamental buscar un lugar sin contaminación lumínica, alejado de las grandes ciudades, pues la contaminación lumínica hace que gran parte de los meteoritos pasen desapercibidos. Incluso la Luna si no está en fase nueva, es un impedimento insalvable.