Un emblemático caso de ufología en cielos chilenos tuvo lugar en nuestro Litoral Central. En la noche del 9 de abril de 1964 el comerciante Florencio Ferrer viajaba en su furgón con su esposa e hijos desde la hostería Santa Elena en Isla Negra, hacia El Quisco. No había luna y en esa época lo largo del camino las casas estaban muy espaciadas.
A eso de las 21.15 pasaban por la curva Seminario cuando fueron sorprendidos por un resplandor potentísimo que iluminó el vehículo. Ferrer se detuvo y bajó a mirar un extraño objeto que emitía una luz parecida a la de los focos de gas de mercurio. El empresario volvió al furgón y siguió el viaje. Avanzó poco, en el puente Seminario frenó y apagó el motor. El ovni estaba a unos 50 mts de altura sobre ellos y su luz era tan poderosa que no se apreciaba su forma. Ferrer continuó la marcha y la luz empezó a seguirles. Después de recorrer un kilómetro y medio llegaron a la Posada del Mar, en la entrada de El Quisco, salieron el alcalde del balneario y otras personas que vieron con claridad la forma discoidal del ovni sobre la bahía de la comuna. El fenómeno duró unos 20 minutos y luego el extraño objeto se alejó velozmente hacia el norte.
El evento fue ampliamente informado en radios y diarios de Santiago. Algunos días después llegaron dos expertos de la NASA a entrevistar a Ferrer. El interrogatorio se basó en los colores que emitía el ovni. La agencia espacial invitó a Ferrer a viajar a EEUU para nuevas consultas pero él rechazó ir por motivos personales.
¿Qué iba a preguntar la NASA en EEUU que no se pudiera contestar en Chile?
Texto por Luis Valderas
Fuente: libro “Los sin nombre” (1967) de Manuel Sáenz y Willy Wolf