Desde la antigüedad el ser humano ha aprendido a utilizarla como elemento curativo. El agua de mar es una disolución formada por agua y sales, en una proporción de un 96,5% de agua y un 3,5% de sales.
Cuando pasas un rato en la playa, paseando por la arena, nadado o simplemente sintiendo la brisa marina en tu cara, sin duda se notan los beneficios de estar en contacto con el agua de mar. Gracias a su rica cantidad de componentes como yodo, zinc, potasio, magnesio, oligoelementos, sales minerales, etc… ofrece excelentes beneficios para la salud.
Tiene acción antibiótica y antiséptica de nuestra piel, acelerando cicatrización de pequeñas heridas. Bañarse en el mar mejora problemas cutáneos como psoriasis, acné y ayuda a eliminar toxinas. Actúa como exfoliante natural que retira pieles muertas e impurezas de la piel.
Da sensación de bienestar, relaja, reduce fatiga, estrés, ansiedad, activa la circulación sanguínea y acelera la recuperación muscular.
Limpia conductos nasales y respiratorios. Respirar la brisa del mar y darse baños en la playa hace bien ya que el agua salada favorece a que los pulmones puedan eliminar toxinas o elementos ajenos.
Son pocos los casos en los que el agua de mar debe evitarse, e incluye a pacientes en procesos inflamatorios agudos en la piel, en los que el mar podría irritar la zona afectada, como quemaduras extensas o dermatitis.
