El enigma de la Piedra del Sol

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En la comuna de Santo Domingo hay un conjunto de construcciones megalíticas y restos arqueológicos que plantea la inquietante interrogante acerca de quiénes son sus autores y cuál es su antigüedad. Ciertamente, no todos estos vestigios arqueológicos deberían corresponder a la misma cultura. Se establece, claramente, la superposición de culturas en un mismo espacio físico. En el conjunto de megalitos labrados en la zona de Santo Domingo destaca por su conformación la extraordinaria Piedra del Sol o Intihuatana, de casi 5 metros de alto, al norte, frente a la playa, llamada así por su semejanza a monumentos del altiplano andino. En el sector, está también el Ídolo del Mirador del Gringo y diversas representaciones zoomorfas.
De acuerdo a investigaciones de Oscar Fonck Sieveking en su libro “Construyamos Arcas” y en “Vikingos y Berberiscos”, se determina que la roca-calendario indicaba los equinoccios y su origen sería egipcio-libio-berberisco, quienes habrían migrado desde su tierra natal hasta llegar a la costas de Chile, adoptando los postulados del Profesor Barry Fell de la Sociedad Epigráfica, hecho que explicaría la presencia de toponimia pascuense en la región, como por ejemplo Chimbarongo, Cachapoal, Requinoa y Tinguiririca.
Acoplándose a los postulados de Fonck, el arquitecto Sergio Mandujano López en obras como “El Secreto de las Rocas” y “Piedra del Sol, una Historia jamás contada”, ha definido que la existencia de éste conjunto no es una casualidad, no se trata de erosión eólica o marina ni tampoco un amontonamiento casual de piedras. Hay sabiduría en ellas y denota un acabado conocimiento de sus constructores y de quienes la idearon. Y este conocimiento es amplio, porque en ello se encuentran reunidas astronomía, arquitectura, física y mecánica, aunque aparentemente se trate de volúmenes pétreos inmóviles que han visto pasar los siglos, inmutables ante los movimientos de cientos o miles de grandes eventos telúricos que han azotado la zona. Señalemos aquí que el Intihuatana corresponde a un sistema calendárico vinculado al Sol cuyo orden primigenio se perdió al momento de haber sido destruido el menhir (monumento de roca) en 1968 y reconstruido gracias a la labor de Mandujano y otros colaboradores en 1982.
Así, se refuerza la idea que las construcciones megalíticas de Santo Domingo son labradas y que corresponden a remotos vestigios arqueológicos en la costa de la zona central de Chile, pero ¿quiénes fueron sus constructores? ¿Cuándo fueron ejecutados? Coincidimos con Fonck y Mandujano en el carácter prehistórico y aún más, protohistórico, de la Piedra del Sol y los megalitos de Santo Domingo, como asimismo en el alto grado de conocimiento que tenían los autores de esas manifestaciones culturales. Sin embargo, no estimamos que ellos hayan provenido del Norte de África (Bereberes) o de algún otro punto del planeta, por el contrario, son estas construcciones los vestigios de los primigenios habitantes de Chile y de la América Aborigen. Son los cronistas y exploradores europeos del Descubrimiento y la Conquista del “Nuevo Mundo”, como Vespucio, Acosta, Montesinos, Herrera, Ovalle y tantos otros, quienes establecen la presencia de grupos aborígenes de grandes proporciones, quizás los gigantes de los mitos y las leyendas, como los autores de las monumentales obras halladas en el continente, muchas veces incalificables e inexplicables para la arqueología o la historia, como las terrazas labradas de Enladrillado, los Menhires de la Patagonia y Atacama y el sorprendente complejo de construcciones megalíticas de Santo Domingo, en la Provincia de San Antonio.

Por Rafael Videla Eissmann, Licenciado en Historia de la Universidad Católica de Chile.
Publicado en RB 2008.

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