El 24 de agosto de 1617 fallecía Isabel Flores de Oliva a los 31 años, más conocida como Santa Rosa de Lima, patrona de los tuberculosos. Fue la primera santa nacida en América, canonizada en abril de 1671.
En 1680 llegaban a Santiago religiosas del Monasterio Santa Rosa de Lima. En 1793 adquirieron una vasta propiedad en el poblado de San Antonio, estableciendo un monasterio en Llolleo y otro en Placilla.
Se dedicaron a trabajos agrícolas, destacando la fabricación de rosarios y cofres de palitos de rosas que eran muy vendidos en Santiago por su aroma a rosa. Con el dinero obtenido ayudaban a los necesitados del caserío sanantonino. En la década de 1850 las religiosas donaron sitios para la instalación de servicios públicos. Veinte años después las Monjas Rosas vendieron lo que les quedaba de propiedad y se fueron a Santiago. Así, ya olvidado, en su paso por este territorio ellas hicieron mucho por el naciente poblado de San Antonio aportando su cuota de sacrificio.