El día después. Así se veía la calle Pedro Montt tras el torrente de agua y barro del 27 de mayo de 1986.
Fueron días difíciles. San Antonio la pasaba mal. Un año antes el terremoto de marzo de 1985 había provocado gran daño en la ciudad.
Durante un fuerte temporal, un catastrófico aluvión afectó al centro de San Antonio el martes 27 de mayo de 1986. La obstrucción del estero Arévalo ocasionó un desborde desde calle Lauro Barros que empezó desde las 16.00 y terminó pasadas las 22.30 hrs.
El caudal arrastró pequeños automóviles y quioscos. Decenas de cortinas metálicas de locales céntricos fueron destruidas. En un local de juegos de billar la presión del agua levantó las mesas de media tonelada como si fueran mesas comunes, veredas y calles se hundieron, la galería Rosales fue de las más afectadas por el agua que llenó su nivel subterráneo, la fábrica de muebles Rimaxel perdió mercarías y máquinas por valor superior a 3 millones de pesos.
Pérdida total de mercaderías y locales colapsados de agua y barro fue el saldo del aluvión en el subnivel de la Galería Rosales de Avenida Centenario.
Gran cantidad de agua y barro entró a la Escuela Industrial, valiosas máquinas, tornos, soldadoras y esmeriles eléctricos, biblioteca, comedores y salas de clase quedaron sepultados en el lodo, las pérdidas se avaluaron en 5 millones de pesos.
El Mercado de Balmaceda fue barrido por la aguas, oficinas públicas y bancos de Avenida Centenario suspendieron la atención del público.
Grandes palas mecánicas de la Escuela de Ingenieros Militares de Tejas Verdes y otros elementos de salvataje comenzaron a trabajar en la madrugada del miércoles para retirar el barro que impedía el acceso a locales comerciales. La Escuela de Ingenieros desplazó a un numeroso contingente para tratar de normalizar las actividades comerciales al más breve plazo.
El alcalde Domingo García Huidobro envió a trabajadores del PEM y POJH a despejar calles y vías que estaban cubiertas con barro y se suspendieron las clases en todas las escuelas de la provincia. Los daños en servicios públicos se calcularon en 200 millones de pesos y de 250 millones a comerciantes y particulares. Todo el comercio entre Avenida Centenario, calles Lauro Barros, Balmaceda, Pedro Montt y la Caleta de Pescadores quedó anegado y sumido en barro y su documentación tributaria (libros de ventas, boletas, facturas y otros) desaparecieron o quedaron inutilizados. Se solicitó a SII que comerciantes afectados pudieran vender sin boleta o factura durante una semana hasta regularizar la contabilidad.
El municipio informó que había realizado en marzo y abril limpieza oportuna del sector Arévalo y que la obstrucción de las aguas fue por la caída de árboles que el temporal arrancó de cuajo y lanzó al estero.